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Herbalife Gran Canaria: Pangos (3), Salin (3), Newley (8), Báez (8) y Pasecniks (2) —cinco inicial—, Oliver (16), Savané (4), Pauli, Seeley (9), Rabaseda (14), Omic (8) y Aguilar (6). Real Madrid: Llull (2), Carroll (13), Maciulis (11), Reyes (12) y Ayón (15) —cinco inicial—, Nocioni (7), Rivers (10), Sergio Rodríguez, Doncic (-) y Lima (4). Parciales: 18-24; 20-16; 21-22; 22-23 Árbitro: Martín Bertrán, García González y Cortés. Sin eliminados. Coliseum de A Coruña. 10.000 espectadores. |
El Real Madrid, impecable en el torneo desde el primer segundo hasta el último, supo combatir la ilusión de un Herbalife Gran Canaria que, en lugar de conformarse con haber roto todos los topes del club en el torneo, se lanzó a por la victoria en muchas fases del duelo.
Laso supera la trampa
García Reneses, en plena euforia por la remontada de su equipo, con media plantilla llorando y la otra media dando saltos, tiró de humor cuando le preguntaron qué rival prefería entre Laboral Kutxa Baskonia y Real Madrid. “Quiero enfrentarme al que pierda”. Y se quedó tan ancho. En él estaban puestas todas las miradas en una final con rango de histórica desde su mismo génesis. Un favorito y una cenicienta, decían. Mas la cenicienta tenía de técnico al hombre más laureado de las fases finales de la Copa en el banquillo.

Los de Laso volvían a ser el equipo que enamoró contra Montakit Fuenlabrada y que se hizo más grande contra el Laboral Kutxa. Sin embargo, dejaron vivo a su oponente, adicto a las remontadas. A pesar de que Ayón seguía desquiciando a sus pívots rivales, la entrada de Omic, la templanza de Oliver y un par de triples de Rabaseda, con todo el tiempo del mundo para pensárselo, apretó el partido, si bien un tapón de Ayón y un acierto final de Nocioni confirmaba sus buenas sensaciones al final del primer cuarto: 18-24, después de haber superado la trampa inicial de su mayor peligro de todo el equipo rival: el que estaba en el banquillo.
Aguilar y Báez cambian el guión
Corría el otoño de 2006. Eran días de euforia tras el éxito en Japón y nadie, nadie estaba más de moda que Jorge Garbajosa, campeón también en Málaga. Aquel 30 de septiembre, el Real Madrid humilló al Unicaja en la jornada inaugural y un tal Pablo Aguilar, el sustituto le llamaban de forma injusta, metiéndole toda la presión del mundo, debutaba con 17 años. ¿Quién le iba a decir al granadino que solo podría jugar 8 partidos en el equipo que tanto apostada por él? (Lesiones mediante). ¿Quién le iba a decir ese día que la primera Copa de su carrera la iba a intentar ganar contra el equipo en el que se había formado?
Motivado como ninguno, Aguilar pidió el balón y se propuso remontar el encuentro él solo. Y si era rápido, mejor. 6 puntos seguidos con su firma ponían al Herbalife GC a 2 del Real Madrid (24-26, m.13), aunque los insulares desaprovecharon una antideportiva para darle la vuelta al partido. Los dos tiros libres y el triple errado por su rival hicieron crecerse al vigente campeón, con el Chacho pidiendo otra vez sitio para enseñar su magia, Ayón siendo la constante en su ataque y Reyes ejecutando sin hacer el más mínimo ruido (26-36, m.17).

Maciulis, al rescate
“¿Hay algo que puedan hacer para ganar en esta segunda mitad?”, le preguntaron al técnico del conjunto insular. “Que nosotros metamos todas y ellos no metan ninguna”, respondió. Profético, Báez estiró su inspiración con un triple nada más empezar el tercer cuarto y Omic, imparable en la zona, puso al Herbalife GC más cerca que nunca de su sueño con la máxima (43-40, m.22). Y sonaba el ”amarillo, oe». Y solo Carroll pudo despertar del embrujo insular de un equipo en el que Oliver volvía a rejuvenecer con un triplazo para mantener los tres de renta.

Ni siquiera el triple in extremis de Pangos para despedir el cuarto (59-62), parecía suficiente para intimidar a un equipo que le miraba, ahora sí, de frente y a los ojos a la historia, que se vestía de dinastía, que pensaba que la Copa del Rey estaba mucho más cerca que lo que indicaba el marcador.
Ayón abraza la historia
Tenía que ser en A Coruña. La tierra donde Petrovic elevó al cielo el trofeo en el 89, el sitio donde Sabonis impuso su dictadura en la edición del 93. La Copa que, durante 19 años fue la última, hasta que Llull decidió cambiarlo todo en Barcelona 2012. El lugar donde Ayón volvió a volar, 23 años después de esas imágenes míticas y noventeras, tras un alley oop salido de las manos, la cabeza y el corazón del Chacho.

A pesar de que cuando Ayón puso 12 arriba a sus compañeros a falta de tres minutos, la Copa parecía decidida (68-80), en otra de las imágenes icónicas del torneo, el Herbalife Gran Canaria decidió dar su último aliento de épica en el torneo más especial de su historia. Apareció Oliver, qué locura de campeonato. A continuación Rabaseda, con otro triple (76-82, m.39). El propio jugador catalán, con otra bomba desde el 6,75, consiguió lo imposible, que a falta de 16 segundos siguiera habiendo final (81-83), tal vez el mejor premio para los de Aíto.
El Chacho apagó su fe desde la personal y el triple a la desesperada de Rabaseda jamás encontró destino, con el balón sabiendo perfectamente quién era su dueño, un Ayón vestido de MVP Movistar + cuando la bocina le dijo adiós a una Copa inolvidable que coronó (81-85) a un conjunto enganchado a los récords, al primer equipo capaz de ganar tres Copas ACB seguida. A un Real Madrid, desde el primer día hasta el último, soberbio, valiente y campeón en su ciudad talismán. La historia, tan anhelada, les esperó para la dinastía.